20 de noviembre de 2012

Megan

El rey y la reina estaban muy preocupados porque su hija Megan no era como todas las princesas. Ellos querían que fuera delicada, femenina, amable. Es decir, lo que siempre se ha esperado de una princesa.

Megan era hermosa, eso no lo dudaba nadie. Pero no conversaba con los cortesanos, no paseaba por los jardines de palacio, no jugaba con los cachorros. Solía encerrarse en su cuarto a solas, leyendo amplios volúmenes polvorientos, manteniendo un mutismo constante.

Una noche su madre se acercó a su cuarto y vio una luz encendida: Megan aun estaba sumergida en un texto codificado con extraños símbolos y figuras. Lentamente caminó hacia ella y le preguntó qué estaba leyendo.

-Un libro de hechizos, madre- le respondió Megan con un dejo de fastidio.
-Y, ¿por qué lees un libro de hechizos, amor?

La reina vio como los ojos de Megan se curvaron un momento y como una sombra oscurecía su semblante.

-Para distraerme antes de dormir, madre-respondió su hija de forma lacónica.

Su madre la dejó sola con su lectura. Y con un pequeño escalofrío, cerró la puerta.

Autora: Ratona De las calabazas.

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