13 de enero de 2013

Cinco sentidos

La profesora terminó de dibujar en la pizarra con su gastada tiza y se dirigió a sus estudiantes, un pequeño grupo de quince niños cuyas edades fluctuaban entre cuatro y cinco años.

-Niños, ¿cómo se llama este sentido?-preguntó la docente al tiempo que señalaba el dibujo de una oreja humana.

-Audición, el sentido de la audición-respondió una pequeña niña pelirroja, levantando su mano al mismo tiempo.

-Muy bien, Karina, muy bien- replicó la profesora, al tiempo que señalaba la siguiente figura-. Y este otro sentido, ¿cómo se llama?- hizo una pausa para que alguien respondiera y como nadie lo hizo decidió darles la respuesta-. Gusto, este sentido se llama gusto. No como en "es un gusto conocerlos", sino que cuando comemos algo y podemos SENTIR su sabor... eso se llama gusto. Vamos al siguiente.

-Ese es el tacto-respondió Miguel sin esperar que la profesora planteara la pregunta.

-Sí, eso es correcto. Este es el sentido del tacto. Y este otro, ¿cuál es? ¿Nadie lo sabe? Bueno, este pequeñito de aquí es el olfato, es decir, cuando podemos sentir olores. Y este último, ¿lo conocen?-terminó de preguntar la profesora.

-Ese es el sentido de la vista-respondió Jaime, algo adormilado.

-¡Muy bien, Jaime!-dijo la profesora subiendo un poco el tono para despertar a Jaime. Hizo una pausa y miró con ternura a esos críos, sin nada de conocimiento en sus pequeñas cabezas, esperando a ser rellenadas por su infinita sabiduría-. Entonces, niños, estos son los cincos sentidos que todo ser humano posee. O sea, todas las personas solo podrán ver, oír, oler, escuchar y tocar...

-Eso es mentira- dijo Gisele, una pequeña niña del fondo que no prestaba atención a la profesora. En su lugar, se había dedicado a dibujar un jardín con un gran arcoíris en el fondo. Dejó a medio terminar lo que parecía tener intenciones de convertirse en un unicornio para levantar su vista hacia la pizarra con las ilustraciones de tiza y su profesora estupefacta-. No nos diga mentiras, nosotros tenemos más de cinco sentidos.

-Gisele, amor, estás equivocada-la corrigió la profesora con ternura. Era sabido por todos que Gisele solía tener ideas extravagantes y las defendía con vehemencia. Por ello, la profesora optó por convencerla de su error para evitar cualquier alteración en su clase-. Verás, Gisele, con los oídos podemos escuchar sonidos. Con la piel podemos sentir lo que tocamos. Con la lengua podemos degustar distintos sabores. Con los ojos podemos ver. Y con la nariz podemos disfrutar de los buenos perfumes y escapar de los malos olores- terminó, guiñándole el ojo, esperando haberla convencido y así sanjado la interrupción.

-Yo no le discuto todo lo que nos dijo, profesora. Usted tiene razón- la profesora sonrío e intentó proseguir con la clase, pero Gisele le hizo un gesto dándole a entender que no había terminado. Esa niña definitivamente no actuaba como alguien de su edad-. Lo que yo le digo es que está mintiendo al decir que solo son cinco. O sea, ¿para qué nos quiere tener engañados? ¿o es que decirnos verdades a medias es su idea de educación?

Toda la clase se dio vuelta para mirarla. La profesora no supo que decir. Gisele, al ver tal nivel de expectación y atención en sus palabras. Se levantó de su pupitre y caminó hasta la pizarra. Carraspeó un momento, tal y como lo hacía la profesora antes de dictar las vocales, y comenzó su breve exposición con aire de sapiencia.

-Usted nos quiere convencer que solo existen cinco sentidos, ¿verdad? Gusto, audición, tacto, vista y olfato. Y solo esos. Eso significa que aparte de degustar, oír, sentir, ver y oler no podemos hacer nada más, ¿cierto? Entonces, querida profesora, explíqueme esto: ¿Cómo puedo sentir cuando mi pancita se mueve si no hay piel adentro de nosotros? ¿y por qué sentimos que nos duele la cabeza? Y, si cierro los ojos- Gisele cerró sus ojos, señalándolos a la clase como demostración- y avanzo caminando, ¿cómo puedo sentir dónde es arriba y dónde es abajo?- avanzó por la sala muy derecha-, ¿cómo puedo sentir que estoy caminando en línea recta? Sinceramente, profesora, si nos va a enseñar cosas hágalo bien. Si a usted se lo enseñaron así y nunca lo cuestionó no es mi culpa, pero no me venga a decir que solo tenemos cinco sentidos.

Gisele regresó a su pupitre en medio del silencio total de la sala. Se sentó sin mirar a su profesora, que estaba frente a ella con la boca abierta. Tomó su lápiz y se dispuso a continuar con lo que pretendía ser un unicornio. Pero antes hizo una última pausa, levantó su rostro y preguntó a la clase.

-¿Quieren que cierre la ventana? No vaya a ser que sintamos mucho frío después. 

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Fuente Imagen
Autora: Ratona De las calabazas.

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