19 de enero de 2013

La niña de los mil nombres

La niña pasó su niñez temprana sumergida en una profunda confusión. Verán, la profe chica no tenía ni la menor idea de como se llamaba. Y no está de más decir que el nombre es la base a partir de la cual uno puede comenzar a conformar la identidad. Pues ella tenía identidad, pero no nombre. O, mejor dicho, no tenía un solo nombre sino muchos, miles de nombres le parecía. Su madre solía llamarla hija pero también Lizzy. Su hermano la llamaba tonta. Sus abuelos le decían mi cielo, sus otros abuelos le decían mi sol. En el Jardín las tías la llaman Elizabeth pero sus amigos solo alcanzan a llamarla Beth. Los primos le decían Lisbeth solo para molestar a su tía, sus tíos le decían niña y sus tías le decían amor o gorda según la ocasión.

Pero el nombre que más le gustaba a la niña era el que le otorgaba su papá: Princesa De las calabazas.

Fuente Imagen
Autora: Ratona De las calabazas.

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