2 de enero de 2013

Medusa

La clase transcurría con la misma monotonía que todas las de esa mañana. Los estudiantes terminaban una actividad repetitiva y sin mayor esfuerzo mental: responder un listado de preguntas cuyas respuestas se podían encontrar de forma literal en el libro de texto mientras la profesora rellenaba el libro de clases con las últimas notas del semestre.

Poco a poco el ambiente se fue distendiendo. Surgieron papeles fugaces por aquí y por allá, pronto surgieron los susurros que se interrumpían a cada movimiento sospechoso desde la mesa de la profesora. El mateo o matea del grupo de amigos se apresuraba en terminar la tarea para pasarles el cuaderno a los demás y poder continuar con las conversaciones clandestinas.

Todo iba bien hasta que una risa clara y estridente llenó la sala de clases. Automáticamente, todos los estudiantes dirigieron sus vistas a sus mesas, procurando aparentar que se esforzaban en su labor. Los ojos de la profesora se levantaron desde el libro de clases y dirigieron su mirada al curso, petrificando a todos en su posición. El hechizo fue roto al pronunciar un apellido y señalar la puerta, provocando que la alumna en cuestión saliese de la sala y el resto respirara con alivio y tristeza a la vez por su compañera de armas perdida.

http://4.bp.blogspot.com/-8AjojvlIKbg/T46AKxs2rwI/AAAAAAAABcA/fhMQr0kMqig/s1600/MedusaStuck.jpg
Fuente Imagen
Autora: Ratona De las calabazas

No hay comentarios:

Publicar un comentario