5 de enero de 2013

Nanas

Los niños en la sala cuna lloraban sin parar. No era que sus cuidadoras no les prestaran atención, sino que simplemente estaban muy ocupadas para atenderlos. Así, mientras veían a los revoltosos más grandes, los pobres bebés lloraban de hambre, frío, humedad o simplemente por practicar con sus pulmones.

Un hada que pasaba por ahí se dio cuenta de esto. Entró por la ventana y vio a los seis infantes de la sala berreando tan fuerte como podían. Intentó recordar qué era lo que su madre hacía cuando ella lloraba de pequeña. Al recordarlo, respiró hondo y se puso a cantar:

A la nanita nana, nanita nana, nanita ea,
el niño está llorando, bendito sea, bendito sea...

Fue repitiendo el canto hasta que todos los bebés conciliaron el sueño. Satisfecha, el hada emprendió nuevamente su rumbo. Lo que nunca supo fue que gracias a su canto todos esos bebés fueron siempre felices, contentos y afortunados, llenando de luz y esperanza a todas las personas que conocieron durante su larga y fructífera vida. Así de amorosas y fuertes son las canciones de cuna de las hadas.
Fuente Imagen
Autora: Ratona De las calabazas.

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