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Como cada noche, Mariela arregló su habitación temprano para acostarse apenas pudiera. Se acomodó entre las sábanas y se reencontró con Raúl, que la esperba como cada noche. Con su trato amable y dulce, sus caricias suaves y humor blanco, Mariela no había podido evitar enamorarse completamente de él. Y por eso cada noche se quedaba despierta hasta las dos de la madrugada, el horario en que aquél canal transmitía la repetición de la vieja telenovela.
Autora: Ratona De las calabazas
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