8 de diciembre de 2012

Amor


La luz de la luna llena colmaba la estancia bosqueja. Como los faros de otros mundo que iluminan la llegada de las naves a la costa, la luna ofrecía su foco natural a las hojas, ramas y hierbas, que se erguían orgullosas al sentir sus rayos platinos. Perdido entre la arboleda blanquecina avanzaba confuso el pequeño duende Arlequín. Aunque la noche era clara, las sombras alargadas y sobre expuestas en la extensión del camino turbaban su vista y mente, y asustaban su delicado corazón.

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Fuente Imagen
Lo vio correr entre musgos y raíces  a la pura luz de la noche una pequeña flor blanca, que sólo se despertaba para contemplar a su hermana en el cielo diamantino. Lo vio pasar y amó sus gestos, su figura, su prisa y su temor. El amor a primera vista traspasó las venas de salvia de la pequeña flor. Su primer amor fue un duende Arlequín que pasó a su lado una noche y que nunca más vio.

Autora: Ratona De las calabazas

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