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Al llegar a la esquina la luz del foco parpadea,
distorsionando los reflejos de una vitrina comercial. Ya no puedo
observar mi figura ni la de ninguno de los transeúntes nocturnos. En
cambio, unas criaturas de luz y electricidad caminan por las calles,
devoran los edificios. Figuras fantasmagóricas que respiran neón,
vomitan Coca-cola fluorescente y guiñan sus ojos destellantes al ritmo
de unos villancicos. Animales fantásticos que ofrecen perfumes, comida,
ropa y sexo a destajo. La luz del foco se estabiliza y mi rostro me
devuelve la mirada desde el vidrio. Pero ya lo sé. Los seres habitan la
ciudad.
Autora: Ratona De las calabazas.
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