Todas las noches se tendía en el suelo mirando el cielo nocturno. Se pasaba horas observando los astros y planetas que brillaban a quién sabe cuantos miles de años luz. Todos le decían que era imposible, que nadie viajaría nunca por el espacio. Pero él no se rendía ya que estaba seguro de que algún día se convertiría en el primero en pisar un planeta extraño. Y se dormía soñando con el día en que finalmente pisaría aquel pequeño planeta azul, el tercero desde la estrella madre.
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Autora: Ratona De las calabazas.
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