15 de diciembre de 2012

No es lo mismo que estar con personas



Sandra y yo siempre hemos sido muy unidas. No solo vamos juntas a todos lados, nos contamos todos nuestros secretos y somos las mejores amigas del mundo. Somos mucho más que eso: somos el mundo la una para la otra. Ella siempre sonríe con mis chistes, incluso cuando ha estado llorando segundos antes. Ella puede solucionar toda mi confusión mental con unas pocas palabras, transformando lo que parecía un gran problema en un claro y acogedor prospecto.

Pero, volviendo al tema, como ya les dije nosotras hacemos todo juntas y esto se debe a que yo la acompaño a donde ella quiera ir. Es que, ¿cómo podría explicarlo? Sandra tiene algunos problemas relacionándose con el resto del mundo. Según ella le basta estar conmigo, pero ustedes entenderán que esto no es posible ni recomendable. Poco a poco he tratado de convencerla para que se abra más al mundo, para que tenga amigos, entable relaciones con otras personas. Sin embargo, ella siempre se ha negado. Hasta el día de hoy.

Nuestro despertar fue el usual. Ella desparramada en la cama por el lado izquierdo, yo apretada en el rincón derecho. El despertador sonó temprano, como todos los días de clases. Nos desperezamos, vestimos, arreglamos, desayunamos. Y llegamos atrasadas como siempre. Por horario Sandra tenía que asistir al taller de Química. A mi me encanta y ella lo detesta, así que intentaba animarla cuando el profesor indicó que trabajarían en parejas para un experimento. A Sandra le tocó como pareja Víctor, un chico simpático de nuestro curso. Nunca he tenido mucho trato con él pero sí con su hermano mayor, Jorge. Una gran amigo mío que valoro y aprecio mucho, casi tanto como a Sandra. Con Jorge fuimos novios el año pasado y aun guardo mucho cariño por él.

Sandra no quería conversar con Víctor, pero insistí e insistí hasta que cedió. Hablaron de cosas triviales: el clima, las notas, la escuela, las pruebas, los profesores, los paseos de fin de año... De pronto, ambos enmudecieron. No pude evitar enojarme un momento, ¡los dos son igual de tímidos! Yo sabía, por lo que Jorge me había contado, que Víctor solía ser un chico muy extrovertido. Así que me acerqué a él y le aconsejé que fuera más amable con mi querida Sandra... o si no se las vería conmigo. Y lo convencí. No cabía en mí de la felicidad cuando vi que Víctor reanudaba la conversación. Y cual no sería mi sorpresa al darme cuenta de que recomenzó, nada más y nada menos, que hablando de mí.

-¿La extrañas mucho?- Víctor pareció dudar unos instantes antes de continuar-. Quiero decir, como eran tan unidas.

-No la extraño para nada, porque siempre está conmigo- le contestó Sandra, algo abrumada.

Pobrecita, se le notaba a leguas que se moría de ganas de llorar. Decidí no intervenir para consolarla, de seguro Víctor también haría un gran trabajo. Si tan solo pudiese decir las palabras exactas, pulsar los nervios precisos, tal vez mi querida Sandra lograría a ser la de antes.

-Yo lo extraño mucho- Víctor retomó la celebración y yo ya bailaba de la emoción-. No quiero que me malinterpretes, también comprendo lo que quisiste decir. Yo también lo siento junto a mí muchas veces. Pero aun así, no es lo mismo. Bueno, no es lo mismo que estar con personas, ¿me entiendes?

Ajá. Unas pocas palabras de Víctor y yo saltaba y celebraba como si hubiese ganado la maratón  ¿Viste, Sandra? ¿Escuchaste? "No es lo mismo que estar con personas" dijo él. ¡Cuántas veces te he dicho lo mismo! Le susurro y ella parece no hacerme caso, concentrada en lo que le sigue diciendo Víctor. Sí, le está contando de cuando iba con Jorge al cine cuando eran pequeños. Y ella asiente y, si mis ojos no me engañaban, había una pequeña mueca de interés en su rostro. Oh, la mueca se transforma en sonrisa con la anécdota de la bicicleta. Y sí, créanlo o no, en risa clara y refrescante cuando ella le cuenta a Víctor cómo Jorge se me declaró (un secreto que solo nosotras y Jorge, por supuesto, conocíamos).

Oh, estaba tan feliz de ver a Sandra contenta. Tan feliz que me sentía en el cielo. Y, ¿me podrán creer? Al cielo me mandó esta tonta. Tal y como escuchan, ella se sintió tan bien conversando con Víctor que por fin me envió para acá. A penas llegué Jorge me vino a saludar. Él está acá desde hace unos meses, me contó. Víctor fue el último que lo dejó partir, pero solo lo logró luego de 9 meses ininterrumpidos de terapia.

nubes y sol tamaño 1280x1024
Fuente Imagen
-Oye- me dijo Jorge mientras nos abrazamos al vernos-, ¿por qué tardaste tanto? Te he extrañado montones. Yo estoy acá desde hace siglos, o al menos eso me parece a mí.

-Es que Sandra aun se siente culpable por nuestra muerte, la muy boba. Por eso no me dejaba venirme. ¿A que no adivinas quién pudo alegrarla finalmente?-le dije coquetamente.

-Ni idea- me contestó él con sinceridad.

-Víctor- hice una pausa dramática, dándole tiempo para que se sorprendiera-. Y si todo sale bien, ellos terminarán casándose algún día. Eso te lo aseguro.

Jorge no está tan convencido como yo de que ambos sean pareja a futuro, mas a mi me parece una tierna idea. Que se casen, tengan muchos hijos, se mueran viejitos y nos vengan a saludar juntos, a Jorge y a mí. Por mientras, me quedaré conversando eternamente con Jorge, mi buen amigo, el amor de mi vida. Para matar el tiempo en el Cielo, no vaya a ser que nos muramos de aburrimiento.

Autora: Ratona De las calabazas

No hay comentarios:

Publicar un comentario