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Los estudiantes de literatura se pasean por los estantes de la apacible
biblioteca. Pero apacible en apariencia, porque bastaba acercarse a los
polvorientos volúmenes adormilados para que éstos despertaran y clamaran
atención. Los estudiantes, alegres, acuden a sus llamados y comienzan
los juegos con Cervantes y Quevedo, las travesuras con Borges y
Cortázar, las largas tertulias con Lazarillo y el Cid, las correrías con
los Buendía, las discusiones con Unamuno y su sombra, las persecusiones
tras Bolaño. Tras horas y horas de esfuerzos, los estudiantes caen
rendidos uno a uno, hasta que sólo se escucha a lo lejos las risas
contenidas de un estudiante solitario y Tolstoi.
Autora: Ratona De las calabazas.
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