10 de diciembre de 2012

Salto de fe

Todo comenzó con un salto de fe. Él siempre supo que no era como sus hermanos pero solo tuvo oportunidad de probarlo hasta que su dueño engordó. Cuando intentó abotonar su antiguo chaquetón invernal el pequeño botón supo que esa era su oportunidad. Se preparó, tomó aire y se lanzó al vacío. Sintió como su espíritu se liberaba, lleno de expectativas y ansias por su futuro. Él lograría ser alguien importante.

Saludó a sus hermanos que lo despedían con vítores mientras caía y caía. Hasta que terminó su descenso en un charco de agua sucia y los vítores de sus hermanos se transformaron en risas. Mas su espíritu no se abatió y decidió destacarse más que nunca, incluso en ese pequeño charco. Una mujer que pasaba por allí lo pisoteó con su tacón, un niño en bicicleta lo aplastó, un hombre lo ignoró. Pero unas arrugadas manos lo recogieron, limpiaron y llevaron consigo. En el camino sintió como las manos ancianas lo cuidaba y mimaban y, al llegar a una casa, volvían a coser.

El pequeño botón se sorprendió. Ya no era parte de un viejo chaquetón. Las amorosas manos arrugadas lo había convertido en un ojo de un hermoso oso de felpa. Su compañero botón derecho le guiñó el ojo mientras los envolvía, radiante de felicidad. Y ambos vieron el rostro radiante de una pequeña niña una mañana de Navidad.

Autora: Ratona De las calabazas.

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